Desde mi experiencia artística, el arte es
una forma de preguntar, ordenar y experimentar de forma simbólica el mundo. El
mundo individual, de dentro a fuera y el mundo colectivo, de fuera a dentro.
Una de las funciones más importantes del arte
para mi es evidenciar la falta de sentido práctico de la vida en dónde podemos
incluir: la subjetividad, la paradoja y el misterio que ésta conlleva.
El denominador común de mi trabajo es una
serie de símbolos universales: casas y sus objetos básicos, humanos, ciertos
animales, árboles, puertas, llaves y escaleras. Símbolos comprensibles visualmente
por cualquier persona del planeta, de cualquier cultura. Intento unir los
símbolos universales a través de la experiencia y visión individual.
El arte que yo practico es un ritual
individual y después una ofrenda al colectivo. Su sentido principal es vivir el
“estar” en los tres tiempos (pasado, presente, futuro) de manera continuada,
sin alejarme de lo que para mi es la Unidad.
El arte que yo practico no tiene una ambición
de transformación social, ni política ni mística en un sentido directo. No
intenta ser ningún lenguaje, no intenta comunicar mensajes complejos, ni tiene
un sentido crítico sobre las normas establecidas o los límites humanos. Mi
mundo creativo es simplemente un testimonio material de una parte de la vida,
aparentemente, inmaterial.
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